"Chile necesita tanto de Pablo Neruda como de sus economistas para vivir", dice el jesuita Fernando Montes ante lo que parece una dictadura del discurso económico. El rector de la Universidad Alberto Hurtado y comentarista de Canal 13 se rebela ante esa realidad y arremete con una invitación en la que, por cierto, incluye a los trabajadores: discutir sobre el salario máximo ético.
"El país ha tenido un enorme progreso y es extremadamente importante que se visualice una buena distribución de ese avance", empieza Montes. "No puede haber un país moderno con los niveles de inequidad que hay en Chile. Eso es sembrar una tempestad".
-¿Cómo define un salario máximo ético?
-No quiero dar cifras, es irrelevante. Sí me parece que el que gana mucho tiene una responsabilidad social creciente y tiene que devolver a la sociedad parte de lo que recibe con sus impuestos, su iniciativa y sus inversiones. Es obvio que, así como hay sueldos que hieren la conciencia nacional porque están por debajo de un mínimo ético, también hay ciertos máximos que llaman la atención en un país de pobres.
Montes ejemplifica. "El año pasado me llegaron cartas alegando porque dije que me escandalizaba que un deportista cobre 57 millones de pesos para hacer un espectáculo, en circunstancias que un trabajador que se levanta a las seis de la mañana, viaja en el Transantiago, trabaja todo el día y llega agotado a su casa necesitaría 40 años para ganar esa plata".
-¿Estamos en un momento preciso para buscar soluciones?
-Es prodigioso que nos atrevamos a conversar y que la Presidenta haya creado un consejo para plantear el problema. Pero hay que tener una perspectiva doliente en el alma para buscar mejores soluciones.
-¿Tienen esa perspectiva los empresarios, quienes critican el empoderamiento de los trabajadores?
-Hay que generarlas para mirar la sociedad desde el otro lado. El otro día participé en un congreso con mil trabajadores y quedé impactado con la rabia que están anidando. De una manera pintoresca -porque no es una solución-, en mi última prédica ejemplifiqué con la idea de dar un sueldo de 144 mil pesos a los economistas por un tiempo. Estoy seguro de que ellos buscarían una solución.
-El suyo es un llamado a la conciencia porque nadie puede obligar a usar socialmente un sueldo ajeno.
-A la conciencia y a la vez a quienes tienen responsabilidades políticas. Una empresa tiene capital y trabajo, y cada uno debe recibir conforme a lo que es justo. Pero hoy no somos sabios en la manera de distribuir los excedentes y todo pasa sin más al capital.
-¿De qué manera puede darse un uso social de esos grandes sueldos?
-Hay que revisar seriamente el sistema impositivo. A nosotros nos lloran porque los impuestos disminuyen la actividad económica, pero también dijeron que con el royalty se paralizaba el país y no fue así. Países que estuvieron peor que nosotros hoy -como Suecia- tenían impuestos a las ganancias mayores a los nuestros y así lograron desarrollarse. Además, nuestra carga impositiva es inaceptable: los pobres pagan más impuestos que los más ricos porque el IVA afecta prácticamente al 100% de su sueldo.
-¿Que podría pasar si no corrige esa desigualdad?
-Siento en el aire que puede salir un líder populista que prometa oro y distribución fácil, y nos podemos encontrar sin pan ni pedazo por no solucionar los problemas a tiempo.
-¿Lo escandaliza que un director y un trabajador de una misma empresa tengan diferencias de salarios de 200 veces?
-Me duele que una persona que trabaja arduamente no tenga lo elemental para vivir con dignidad. En ese sentido, claro que me escandaliza.
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